Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.
Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
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Escribir siempre ayuda no? Por eso siempre tengo el corazón a mano. Corazón boli y papel. Sé que la mayoría habrá sentido lo que siento y habrá vivido lo que cuento, porque todos hemos estado en la oscuridad y en la luz.
viernes, 14 de junio de 2013
El Otro Yo
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Como se notan los referentes literarios!
ResponderEliminarHola ,
ResponderEliminarme encanta tu blog...besitos.
...muy bueno!
ResponderEliminarSaludos cordiales y buen fin de semana.
Ramón
me ha gustado mucho mucho!!! cortito pero impactante. besos!
ResponderEliminarArmando se quedó muy sólo sin su otro yo.
ResponderEliminarBuen relato Jeny, pero el color lila del texto, no se lee muy bien:))
Buen domingo.
Un beso.
Tierno cuento, Jeni. Hermoso tu Blog. Gracias por el mensaje en Presencias de Identidad. Un abrazo.
ResponderEliminarmuy interesante tu relato. Su otro yo, se llevo una parte de él
ResponderEliminaro es de AMrio Bennedeti?
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ResponderEliminarAún desde el apacible descanso me detengo para desearte…
Un óptimo y resplandeciente comienzo de semana.
Dejando sembrado en el tiempo
un abrazo sin carencia de olvido
Atte.
María Del Carmen
Preciosa relato D: Me encanto ^^
ResponderEliminarBesitos!
Jeni, qué es de ti? Tienes tiempo sin publicar. Comienzo a extrañarte!
ResponderEliminarespero con ansias un nuevo post. :)
ResponderEliminarJenyy hacia mucho que no me daba una vueltita por tu rincón :)
ResponderEliminarMME ALEGRA ver que todo siga tan lindo.
Te mando un beso
Muchas gracias a todos los que me tienen presente :)
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